miércoles, 11 de septiembre de 2013

Nadie quiere ser el mensajero de noticias malas y en Venezuela la medición de la inflación en los últimos meses no nos deja un mensaje prometedor. Quizás por ello los últimos boletines del Banco Central de Venezuela sobre el Índice Nacional de Precios al Consumidor se han presentado sin una cara que los enfrente. Ni el ministro de Finanzas, Nelson Merentes, ni el ministro de Planificación, Jorge Giordani, ni siquiera el nuevo presidente del BCV, Eudomar Tovar, han salido a la acostumbrada rueda de prensa que se realiza regularmente en la sede de la máxima entidad bancaria del país.
Las razones para esconderse son obvias. En lo que va de año la inflación en el país ha acumulado un crecimiento de 32,9% y en los últimos doce meses (inflación anualizada) el INPC registró un incremento de 45,4%, muy a pesar que para este año la meta que se trazó el BCV fue una inflación entre 14 y 18%. 
Pero, la pregunta que se hace la mayoría de ciudadanos de a pie es porqué esto está pasando, porqué la comida está cada día más cara, porqué salir al cine o divertirse se ha convertido en un lujo que ya pocas familias se pueden dar. 
Para muchos economistas las respuestas son complejas y la situación inflacionaria de nuestro país es multifactorial, lo cual es consecuencia de una serie de errores continuos en cuanto a política monetaria se refiere. Pero realmente ¿Qué determina que suban los precios o no de un país o más bien de nuestro país?
Para entenderlo, primero hay que saber cómo se mueve el dinero. 
En teoría, todo el dinero que circula dentro de una nación tiene que estar respaldado por las Reservas Internacionales. Es similar a que una persona dé un cheque a su mecánico para pagarle la reparación de su carro. Ese cheque está respaldado por el dinero que tiene en su cuenta bancaria. De la misma forma cuando el BCV imprime dinero, ese dinero debe estar respaldado por las Reservas Internacionales, las cuales se encuentran en moneda extranjera o en metales preciosos como el oro. 
Ahora bien, en los últimos años el Estado ha dado más cheques de los que puede justificar. El aumento del gasto público ha sido exponencial, tanto así que nuestro petróleo no ha tenido la capacidad de financiarlo por completo. A ello se le suma que el Gobierno en 2005 estableció que el monto óptimo de nuestras reservas era de 27 mil millones de dólares, por lo que el resto pasaría al Fonden para financiar proyectos sociales. 
De esta forma la cantidad de dinero que hay en la calle (liquidez monetaria) no se corresponde con el dinero que está guardado en nuestro banco, lo que hace que automáticamente nuestra moneda valga menos, que tengamos que pedir prestado para comprar comida y que aumenten los precios en el país. 
El dólar a 6,30 es más una decisión que una realidad. Si de verdad ese fuera su valor real los venezolanos podríamos dar todo nuestro dinero al Banco Central y recibir su valor equivalente en dólares de las reservas internacionales. Sin embargo la realidad es muy distinta. Si en este momento dividimos todo los bolívares del país entre las reservas internacionales tenemos que el valor del bolívar por dólar es cinco veces más alto que el precio oficial de las divisas. 
En este momento el Estado se convirtió en ese padre consentidor que hace la mejor fiesta de 15 años a su hija a pesar que no tiene el dinero suficiente. Para ser el mejor papá del mundo el padre pidió un préstamo al banco, utilizó todas sus tarjetas de crédito hasta llevarlas al límite y logró que su niña sonriera junto a sus amigos en las fotos de la espectacular fiesta. Sin embargo, en los meses siguientes el padre tuvo que solicitar otro préstamos para pagar los intereses de la tarjeta de crédito, no pudo pagar la deuda por completo y su sueldo se va prácticamente en pagar las elevadas tasas de interés que le está imponiendo el banco. Esas enormes tasas de interés se reflejan en la inflación del país. Ahora toda la familia vive las consecuencias de esos gastos que no generaron ninguna ganancia a futuro. 
Y eso solo es una parte del problema. Los controles de precios también han hecho su labor a favor de la inflación... 

Posted on 9:52 by Ariana Briceño Rojas

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martes, 12 de febrero de 2013

Mi familia suele decir que la economía es muy complicada y que a pesar que intentaron, por cariño o tal vez por mi insistencia, comprar un periódico para leer mis reportajes sobre el PIB, el gasto público o la escasez, prefieren sin lugar a dudas leer mis crónicas porque las sienten más reales y cercanas. 
Sin embargo suelo decirles que no hay nada más real y palpable para los ciudadanos de a pie que las medidas económicas que se toman en un país, por lo que si se dieran cuenta del efecto dominó que puede desencadenar una decisión de este tipo estoy segura que no pasarían por alto la página económica de los diarios. 
Así que en mi afán por lograr que mi familia se enfoque menos en la gorra tricolor que ahora se disputa la oposición y el oficialismo, y preste más atención a las decisiones que anuncia el ministro Giordani junto al presidente del BCV, Nelson Merentes, me he propuesto como reto ver más allá de la cifra y darle un rostro más humano a los números que arrojan las estadísticas del país. 
No pretendo ser economista y mucho menos experta en el área. Simplemente soy una periodista a la que curiosamente la economía le ha despertado interés y que por maravillas del destino ha logrado trabajar con personas formadas en el tema que han hecho que la visión económica de un país sea entendida desde una manera tanto global como individual.
La propuesta está en la mesa y espero que ahora mi familia y quizás algunos más emprendan conmigo el reto de descubrir por qué la economía es más importante que el alboroto ocasionado por una gorra tricolor.

Posted on 6:47 by Ariana Briceño Rojas

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